Conflicto por la deuda histórica del Magisterio
Los hilos políticos detrás del paro de los profesores
Los actores de esta trama guardan razones que nada tienen que ver con defender a los docentes en una batalla casi perdida. Los parlamentarios de la Concertación no se quieren restar puntos con el profesorado, mientras los de oposición ven el asunto como una táctica para revolverle el gallinero al ministro de Hacienda, Andrés Velasco, promotor del rechazo gubernamental a reconocer la deuda histórica y principal as bajo la manga de la campaña de Eduardo Frei. En tanto, desde La Moneda optaron por este "haraquiri" con el magisterio amparados en la tranquilidad de contar con una histórica aprobación.
El rechazo del gobierno a la deuda histórica puede leerse como una jugada compleja a menos de dos meses de las elecciones, ya que se enfrenta a un gremio con un poder de presión respetable.
Mal que mal, los docentes pueden afectar la normalidad de la vida de las familias, ya que como explican fuentes de Palacio "en los hogares se produce un gran caos por no poder enviar los niños a los colegios en el caso de que ambos padres trabajen. Es un paro que daña mucho a las personas y eso le da un poder, que es muy negativo".
Además, y tal como señalan expertos del sector educativo "en general los profesores han tenido poder electoral y lo siguen teniendo en las segundas vueltas, al ser parte del sector del Juntos Podemos, que se traduce en traspaso de votos a la Concertación".
En cuanto al número de docentes -que asciende a unos 160 mil y de los cuales 80 mil están colegiados-, "los votos de los profesores pueden ser decisivos. El problema es que no son votos a la venta. En general sus votos ya están decididos. Por eso es difícil que por cambio de actitud y promesas de los candidatos modifiquen su preferencia", asegura un analista en política y comunicaciones que conversó con El Mostrador.
En esto coincide el tesorero nacional del Magisterio, Darío Vásquez, quien asegura que "lo que nunca ocurrirá es que haya una decisión política de tirar voto para un lado u otro. Es una minoría del profesorado que adscribe a partidos políticos. La mayoría no lo hace y ellos optarán libremente".
Bajo este prisma la postura gubernamental, orquestada desde Hacienda, no debería traer grandes consecuencias electorales. Además y tal como señalan desde La Moneda, "todos estos conflictos tienen pros y contras electoralmente: habría que preguntarse por el costo de aceptar que hay que pagar esta deuda histórica, ya que después de esta deuda vendrán otras, no cabe ninguna duda. Y podemos terminar en una escalada de demandas imposibles para el Gobierno y la sociedad chilena".
Al respecto, el analista comunicacional explica que "la gente está de acuerdo con la deuda histórica pero no con no mandar a los hijos al colegio a fin de año. No hay nada que golpee más fuerte a una familia que dejar niños en la casa, es un trastorno mayor".
Por otro lado, señala la misma fuente que "cuando tienes un gobierno con 75 por ciento de apoyo te puedes dar lujos. En todo caso hay una cierta soberbia tecnocrática y poco cálculo político desde Hacienda por el apoyo popular".
La tajada de cada sector
A diferencia de los presidenciables, que en general han evitado pronunciarse claramente sobre el tema, el mundo parlamentario ha dado un férreo respaldo a la causa del gremio.
Tres gestos perpetuados el martes para presionar a La Moneda son elocuentes: rechazaron aprobar el presupuesto de Educación para 2010, luego aprobaron el proyecto de acuerdo que pide al Ejecutivo reconocer la deuda histórica y como golpe de gracia optaron por prorrogar la aprobación del sistema nacional de aseguramiento de la calidad de la educación.
El apoyo de los honorables es mayoritario y transversal, lo que para fuentes de Palacio tiene directa relación con que "nadie quiere pelearse con un gremio tan importante y tan numeroso". Menos a semanas de las elecciones.
Según explica otra fuente experta en política y comunicaciones, hay un asunto más de fondo que los cálculos electorales, ya que "los diputados saben que desde el punto de vista presupuestario no es posible pagar estas sumas, que en su rango más reducido ascendería a 1.335 millones de dólares. Entonces, más que un problema clásicamente electoral de comprarse un grupo de votos o evitar que otros se lo compren, el tema es complejo porque no se ha resuelto la batalla ideológica entre la educación pública y la privada".
En cuanto a los representantes de oposición, que en algunos casos formaban parte del gobierno de Augusto Pinochet durante el período en el que se generó la deuda histórica por el traspaso de la educación a los municipios, "hay un gallito implícito contra Hacienda y Andrés Velasco: la derecha no iba a quedarse sin ser parte de la fiesta", señala el analista.
Esto, porque tal como publicó El Mostrador, la cartera de Velasco fue la que cortó el queque e instruyó a través de una minuta secreta las justificaciones gubernamentales para rechazar la deuda histórica.
En opinión de fuentes de La Moneda "el Parlamento juega el rol de ser un puente de diálogo. Puede ser positivo para la solución del conflicto, porque obviamente es muy importante establecer diálogo y hablar del futuro más que de la deuda".
Distinta es la opinión del gerente general de la Fundación Educación 2020, Davor Mimica, quien considera que la postura de los parlamentarios es "injustificable, porque hay un millón y medio de niños sin clases y ninguna razón económica justifica esto, el costo es demasiado grande para el futuro de Chile".
Al respecto, el analista en política y comunicaciones señala que con el paro en este período "el colegio se pasó de listo. Y en este escenario la respuesta fue soberbia del lado del gobierno y cinismo del parlamento".
Los hilos políticos detrás del paro de los profesores
Los actores de esta trama guardan razones que nada tienen que ver con defender a los docentes en una batalla casi perdida. Los parlamentarios de la Concertación no se quieren restar puntos con el profesorado, mientras los de oposición ven el asunto como una táctica para revolverle el gallinero al ministro de Hacienda, Andrés Velasco, promotor del rechazo gubernamental a reconocer la deuda histórica y principal as bajo la manga de la campaña de Eduardo Frei. En tanto, desde La Moneda optaron por este "haraquiri" con el magisterio amparados en la tranquilidad de contar con una histórica aprobación.
El rechazo del gobierno a la deuda histórica puede leerse como una jugada compleja a menos de dos meses de las elecciones, ya que se enfrenta a un gremio con un poder de presión respetable.
Mal que mal, los docentes pueden afectar la normalidad de la vida de las familias, ya que como explican fuentes de Palacio "en los hogares se produce un gran caos por no poder enviar los niños a los colegios en el caso de que ambos padres trabajen. Es un paro que daña mucho a las personas y eso le da un poder, que es muy negativo".
Además, y tal como señalan expertos del sector educativo "en general los profesores han tenido poder electoral y lo siguen teniendo en las segundas vueltas, al ser parte del sector del Juntos Podemos, que se traduce en traspaso de votos a la Concertación".
En cuanto al número de docentes -que asciende a unos 160 mil y de los cuales 80 mil están colegiados-, "los votos de los profesores pueden ser decisivos. El problema es que no son votos a la venta. En general sus votos ya están decididos. Por eso es difícil que por cambio de actitud y promesas de los candidatos modifiquen su preferencia", asegura un analista en política y comunicaciones que conversó con El Mostrador.
En esto coincide el tesorero nacional del Magisterio, Darío Vásquez, quien asegura que "lo que nunca ocurrirá es que haya una decisión política de tirar voto para un lado u otro. Es una minoría del profesorado que adscribe a partidos políticos. La mayoría no lo hace y ellos optarán libremente".
Bajo este prisma la postura gubernamental, orquestada desde Hacienda, no debería traer grandes consecuencias electorales. Además y tal como señalan desde La Moneda, "todos estos conflictos tienen pros y contras electoralmente: habría que preguntarse por el costo de aceptar que hay que pagar esta deuda histórica, ya que después de esta deuda vendrán otras, no cabe ninguna duda. Y podemos terminar en una escalada de demandas imposibles para el Gobierno y la sociedad chilena".
Al respecto, el analista comunicacional explica que "la gente está de acuerdo con la deuda histórica pero no con no mandar a los hijos al colegio a fin de año. No hay nada que golpee más fuerte a una familia que dejar niños en la casa, es un trastorno mayor".
Por otro lado, señala la misma fuente que "cuando tienes un gobierno con 75 por ciento de apoyo te puedes dar lujos. En todo caso hay una cierta soberbia tecnocrática y poco cálculo político desde Hacienda por el apoyo popular".
La tajada de cada sector
A diferencia de los presidenciables, que en general han evitado pronunciarse claramente sobre el tema, el mundo parlamentario ha dado un férreo respaldo a la causa del gremio.
Tres gestos perpetuados el martes para presionar a La Moneda son elocuentes: rechazaron aprobar el presupuesto de Educación para 2010, luego aprobaron el proyecto de acuerdo que pide al Ejecutivo reconocer la deuda histórica y como golpe de gracia optaron por prorrogar la aprobación del sistema nacional de aseguramiento de la calidad de la educación.
El apoyo de los honorables es mayoritario y transversal, lo que para fuentes de Palacio tiene directa relación con que "nadie quiere pelearse con un gremio tan importante y tan numeroso". Menos a semanas de las elecciones.
Según explica otra fuente experta en política y comunicaciones, hay un asunto más de fondo que los cálculos electorales, ya que "los diputados saben que desde el punto de vista presupuestario no es posible pagar estas sumas, que en su rango más reducido ascendería a 1.335 millones de dólares. Entonces, más que un problema clásicamente electoral de comprarse un grupo de votos o evitar que otros se lo compren, el tema es complejo porque no se ha resuelto la batalla ideológica entre la educación pública y la privada".
En cuanto a los representantes de oposición, que en algunos casos formaban parte del gobierno de Augusto Pinochet durante el período en el que se generó la deuda histórica por el traspaso de la educación a los municipios, "hay un gallito implícito contra Hacienda y Andrés Velasco: la derecha no iba a quedarse sin ser parte de la fiesta", señala el analista.
Esto, porque tal como publicó El Mostrador, la cartera de Velasco fue la que cortó el queque e instruyó a través de una minuta secreta las justificaciones gubernamentales para rechazar la deuda histórica.
En opinión de fuentes de La Moneda "el Parlamento juega el rol de ser un puente de diálogo. Puede ser positivo para la solución del conflicto, porque obviamente es muy importante establecer diálogo y hablar del futuro más que de la deuda".
Distinta es la opinión del gerente general de la Fundación Educación 2020, Davor Mimica, quien considera que la postura de los parlamentarios es "injustificable, porque hay un millón y medio de niños sin clases y ninguna razón económica justifica esto, el costo es demasiado grande para el futuro de Chile".
Al respecto, el analista en política y comunicaciones señala que con el paro en este período "el colegio se pasó de listo. Y en este escenario la respuesta fue soberbia del lado del gobierno y cinismo del parlamento".
FUENTE: El Mostrador.